Las cuatro reglas básicas del Positivismo
son las siguientes:
- Rechazar la diferencia entre esencia y
fenómeno. Las esencias no son perceptibles al
hombre; por
lo tanto sólo se tendrán en cuenta los
fenómenos. - En el mundo sólo hay objetos particulares; las
generalizaciones son ordenaciones de los datos
experienciales (Nominalismo). - Los juicios de valor
carecen de objetividad por no ser dados en la experiencia
sensible. Aún así la moral es
importante para la ordenación de la sociedad. - Hay un solo método
válido, el de La Ciencia
Única: La Física
La base de la filosofía comteana esta en la
teoría
de los tres estadios de la historia de la humanidad
(Teológico, Metafísico y Positivo).
En el primer estadio (Estadio Teológico)
los seres humanos buscaron el origen de las cosas, las causas
esenciales, los conocimientos absolutos.
Con el correr de los siglos se pasó a un segundo
estadio: el Metafísico, el cual es sólo de
transición. Aquí la razón trata de entender
lo absoluto, y a través de abstracciones se desarrolla una
ontología.
Finalmente se accede al estadio Positivo, donde el hombre se
desembraza ya de lo anterior para dar paso a la realidad
concreta. La característica principal de este promisorio
período es "la subordinación de la
imaginación a la observación. Si bien está
subordinada, la imaginación no desaparece: su tarea es
crear o perfeccionar los medios de
relación, las conexiones entre los
fenómenos"
Como se dijo anteriormente, los fundadores del sistema
educativo de nuestra nación
combinaron los valores de
la Revolución
Francesa (Libertad,
Igualdad y
Fraternidad) con la profunda confianza en la ciencia del
Positivismo, lo cual forjó un nivel de educación que fue muy
oportuna para la época que se vivía.
Pero los tiempos cambiaron y la crisis que la
Filosofía Positivista acarrea en lo científico
desde hace décadas, influyó notoriamente en la
reflexión pedagógica.
MARCO TEÓRICO
¿Que es la
complejidad?
Durante los últimos años, la palabra
complejidad se usa con frecuencia, no solamente en los
ambientes intelectuales
sino también en el lenguaje
cotidiano. El término suena atractivo ya que nos muestra una
verdad difícil de cuestionar: la realidad, en toda su
dimensión, es compleja.
Este descubrimiento nos puede llevar a caer en una
trampa acerca de la cual somos prevenidos, inclusive, por el
mismísimo Morin: la de concebir a la complejidad como una
poción mágica para los males del espíritu y
no como un constante desafío.
Etimológicamente, la palabra complejo
deriva del vocablo latino complexus, que significa "lo que
está tejido junto". La complejidad es el tejido de
eventos,
acciones,
interacciones, retroacciones, determinaciones, azares que
constituyen nuestro universo. Hay
complejidad "donde en un mismo espacio conviven orden y desorden,
donde no sólo hay determinismo sino también azares;
allí donde emerge la incertidumbre".
La complejidad va acompañada de la perplejidad,
es decir de lo enredado, lo inextricable, el desorden, la
ambigüedad y la incertidumbre.
Hay muchos tipos de complejidad, por un lado podemos
hablar de aquellas que están ligadas al desorden y otras
que están sobre todo ligadas a contradicciones
lógicas. Lo complejo de esta manera "recupera por un lado
la incapacidad de formar un orden absoluto y por otro la
incapacidad de evitar contradicciones"
Complejidad no es lo mismo que complicación. Lo
complicado se puede reducir a un principio simple. Si bien el
mundo es complicado, también es complejo. Sino así
no fuera, los problemas del
mundo tendrían un llano camino hacia su solución.
Simplemente se apelaría a la reducción y esto
sería suficiente. Pero si la reducción
pretendería explicarlo todo se volvería
"cretinizante y destructiva".
Esto se debe a que el mundo actual nos presenta
problemas cada vez más pluridisciplinarios,
multidimensionales, transnacionales, globales, planetarios etc.
Dichos problemas exigen soluciones
acordes con su naturaleza.
Ofrecerles un conocimiento
parcelado o disociado vuelve nulo nuestro esfuerzo por entender
la realidad.
Ante esta delicada situación la escuela ha
escogido una forma de enseñar totalmente fragmentaria. Nos
han enseñado desde niños a
dividir la realidad en materias o asignaturas. En vez de
explicarnos que la realidad es compleja, se obedeció a los
lineamientos positivistas y cartesianos, mostrándonos un
mundo dividido en muchas partes bien separadas entre
sí.
En el nivel superior la diferenciación se hace
más aguda, hasta tal punto que si un docente de Historia,
por ejemplo, corrige en un examen los errores ortográficos
de los alumnos, estos se quejan diciendo que él no es el
profesor de
Lengua y
Literatura.
Ante esta cultura
fragmentaria, irremediablemente se aprecia la
hiperespecialización, es decir aquella
especialización que no permite ver el todo, que se
encierra en ella misma y se forma una coraza definitiva ante su
entorno. Al tener en alta estima este tipo de
especialización, el paradigma
simplista veces parece imborrable.
Así el estudiante se enfrenta con los problemas
cotidianos de la vida y no puede hacerlos con éxito
debido a que es incapaz de pensar lo multidimensional, "cuanto
más progresa la crisis, más aumenta la incapacidad
para pensar la crisis, cuanto más globales se vuelven los
problemas, menos se piensa en ellos." La inteligencia
termina siendo una inteligencia irresponsable.
Por lo tanto quien aspire a esta nueva concepción
de pensamiento
debe evitar la fragmentación simplista y los sistemas
filosóficos cerrados, que explican la realidad desde su
olimpo de la totalidad y la escritura
acabada.
Es decir que la complejidad esta estrechamente
relacionada con ver la realidad en sí. Complejidad es
observar el todo desde nuestra limitación humana, con ese
asombro inigualable que los griegos supieron tener al intentar
conocer la naturaleza.
Esto nos lleva a reflexionar sobre la Filosofía
de la Naturaleza que nuestro autor sostiene.
Antes de explicarla es importante destacar que en la
actualidad, diversos descubrimientos y el dinamismo de la
sociedad en que vivimos han hecho imprescindible el replanteo de
la ontología y la epistemología clásicas.
La modernidad, a
través de Galileo y Newton,
interpretó el universo como
un sistema
independiente del hombre y sujeto a leyes
matemáticas y necesarias.
Pero hoy en día "el orgulloso edificio de la
ciencia clásica ha sido sacudido por fuertes terremotos que
amenazan día a día la solidez y eternidad que se
habían atribuido a sus pilares".
La ciencia moderna omitió ciertas cuestiones
filosóficas con respecto a la naturaleza que no se
respondieron, ya que su intento era salvar los
fenómenos, la filosofía actual pretende salvar
la realidad y para eso debemos admitir cuestiones que eran
tabú para aquella ortodoxia científica:
indeterminismo, desorden, caos, etc.
Ante estos términos, podríamos ver la
realidad como un misterio y el
conocimiento como un problema.
La teoría de la complejidad se ha decidido a
reivindicar y construir una ontología que trate de dar una
respuesta a la pregunta por la naturaleza. El objetivo de
Morin es comprender el todo desde una physis y una
epistemología complejas. Esto nos lleva a superar las
nociones de "objeto" y de "elemento", reemplazándolas por
las de sistema.
Sistema es "El carácter fenoménico y global que
toman las interrelaciones cuya disposición constituye
la
organización del sistema", nótese que la
definición apunta, no a un objeto separado, sino a las
interrelaciones. Es decir que el universo está
conformado por sistemas que irremediablemente están en
constante y completa relación con el todo.
Desde la persperctiva del todo el sistema es uno
(unitas), pero desde sus partes es diverso y heterogéneo
(multiplex), por lo tanto hablamos de unidad compleja de
la cual derivan las emergencias.
Las emergencias son las cualidades fenoménicas
del sistema, están dotadas de retroactividad
organizacional, por su capacidad de contribuir retroactivamente a
reproducir aquello que las produce. Es decir que lo real no es
solamente lo que está escondido en lo profundo, sino
también lo que emerge en la superficie, aún
así debemos ser conscientes que las emergencias son
resultados, no fundamentos ontológicos.
Dentro de un sistema hay organización solamente si las fuerzas de
atracción que operan en el nivel de los componentes se
imponen a las fuerza de
exclusión. Una vez en marcha, el mecanismo que asegura la
constancia de un sistema se denomina retroacción
negativa, cuya misión es
evitar que determinadas fluctuaciones lleguen a superar un umbral
crítico de tolerancia y se
conviertan en una amenaza para la estabilidad del sistema, porque
(es necesario destacar esta idea de Morin, por su influencia en
la
educación) el sistema no es sólo
armonía entre elementos sino desorden organizacional.
La physis compleja que sostiene nuestro autor, garantiza
la organización (o mejor dicho, la
autoorganización) dentro del desorden. Una vez que
el orden y la organización hayan surgido, emergería
con ellos una capacidad intrínseca para vencer cualquier
amenaza que ponga en peligro su continuidad.
El concepto
más conocido dentro de la ontología de Morin es el
de Bucle Tetralógico, el cual es el principio que
posee la physis compleja y se divide, obviamente, en
cuatro momentos:
- Desorden y agitación: sin ellos, las
interacciones necesarias para que surja el orden son
impensables y no podríamos admitir que en el universo
hay evolución constante e infinitas
relaciones. Concluiríamos en un determinismo si no
admitimos el desorden, pero tampoco podemos afirmar que el
universo es desorden absoluto; por lo tanto el universo es
imperfecto-perfecto y en el hay un mínimo de reglas y
leyes que
constantemente ceden su rigurosidad al Azar. - Interacción: Es la solidaridad
entre los componentes de un sistema. La interacción es la piedra angular, sin la
cual no habría orden. - Interrelación: Ningún
fenómeno u objeto se encuentra realmente aislado e
independiente sino que éste está en
interrelación con otros, los que a su vez determinan y
son determinados por el fenómeno u objeto en
consideración. Todos ellos conforman un sistema. La idea
de aislamiento no es más que una abstracción,
necesaria sí, pero un tanto problemática y por
ello debe ser manejada con sumo cuidado. - Emergencia: La novedad del todo. Esta idea es
muy fuerte en Morin, a tal punto de que el hombre mismo es una
emergencia de la historia de la vida terrestre. Hay una
emergencia en el origen del
hombre como así también hay emergencias en un
grupo de
trabajo, en
la relectura de un texto, en la
búsqueda de Dios etc. El universo es novedad constante,
por lo tanto las emergencias son infinitas e incalculables en
cantidad.
Morin, al concebir la realidad como un bucle, da
diversos ejemplos de ellos. Citaremos a continuación
algunos:
- El bucle
cerebro–mente-cultura
El hombre se realiza como tal dentro de la cultura. No
hay cultura sin cerebro humano, y
no hay mente (entendiendo a esta como capacidad de conciencia y
pensamiento) sin cultura. La mente humana es un surgimiento que
nace y se afirma en la relación cerebro-cultura. Una vez
que la mente ha surgido, ella interviene en el funcionamiento
cerebral con efecto retroactivo. Cada uno de los términos
necesita a los otros. La mente es un surgimiento del cerebro que
produce la cultura, la cual no existiría sin el
cerebro.
- El bucle
razón–afecto-impulso
La complejidad humana integra la animalidad en la
humanidad y la humanidad en la
animalidad. Las relaciones entre las tres instancias
no solamente son
complementarias sino también
antagónicas, implicando los conflictos
muy
conocidos entre la impulsividad, el corazón y
la razón; de manera correlativa; hay
una relación inestable, permutante, rotativa
entre la razón, la afectividad y el impulso . La
racionalidad no es un poder supremo
(como pretendía la modernidad); es sólo una
instancia de una triada inseparable; es frágil
puede ser dominada, sumergida, incluso esclavizada por la
afectividad o la impulsividad.
2.4 El bucle individuo-sociedad-especie.
Los individuos son el producto del
proceso
reproductor de la especie humana, pero
éste mismo proceso debe ser producido por dos
individuos (madre y padre). Las interacciones entre individuos
producen la sociedad y ésta es parte de la especie
humana.
No se puede absolutizar al individuo,
deificándolo tal como pretendió la modernidad al
considerarlo un fin supremo; tampoco se lo puede recortar de la
sociedad o de la especie. A nivel antropológico, la
sociedad vive para el individuo, el cual vive para la
sociedad/humana.
Todo desarrollo
verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de
las autonomías individuales, de las
participaciones comunitarias y del
sentido de pertenencia con la especie humana.
Es decir que la persona lleva en
su interior el mundo físico y químico y a la vez su
conciencia lo separa de dicho mundo. Llevamos dentro de nuestra
singularidad a toda la humanidad, a toda la vida, en definitiva
a todo el cosmos y su misterio. Esta idea de hombre nos
remonta a los antiguos griegos quienes sostenían que el
hombre es Microphysis; es decir que cada ser humano tiene
en sí la misma capacidad de autorregularse que posee la
naturaleza. En el conviven la animalidad, la racionalidad, la
irracionalidad, la preocupación por la sociedad
(polis), etc.
A través de estos conceptos (y muchísimos
otros) el autor ha encontrado un Hilo de Ariadna que le
permite bucear en la complejidad y no perderse en ella. Nociones
como sistema, bucle tetralógico, emergencias,
retroacción negativa, entre otras, nos dan una idea
importante acerca del fundamento de la teoría
pedagógica de nuestro autor.
El error, la novedad, la incertidumbre, la
impredecibilidad, la admisión de opuestos etc, son
componentes esenciales del acto educativo, a los cuales no
debemos esquivar. El desarrollo de este trabajo tratará de
explicar esta revolucionaria visión y su impacto en la
práctica de los docentes del
siglo XXI.
DESARROLLO
CAPÍTULO UNO
La
Teoría de la Complejidad y Los Docentes
Ante esta nueva visión acerca de la realidad, los
educadores se encuentran con una misión indelegable: la de
transmitir "no saber puro, sino una cultura que permita
comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir. Al mismo
tiempo
favorecer una manera de pensar abierta y libre".
Se debe transmitir un conocimiento que se dé
cuenta que las partes dependen del todo y viceversa; que no
aísle los fenómenos (como pretendía Descartes)
sino que los integre en la totalidad y que detecte lo uno en lo
diverso; admitiendo la diversidad y la unidad a la
vez.
Esto debe estar acompañado de la incansable
búsqueda (por parte del docente) de que los alumnos logren
un estado
interior y profundo de reflexión para poder orientarse por
sí mismos en la vida.
La incapacidad que los actores de la comunidad
educativa poseen para interpretar sistemas complejos no es
innata.
La modernidad es la culpable de haber eclipsado lo que
los griegos, los hebreos y los medievales pudieron vislumbrar. La
aceptación de un plus de misterio complejo que escapa al
entendimiento humano y que enfrenta a éste con sus
límites
-dejándolo en el campo del asombro-ya había sido
hecha por nuestros antecesores milenarios.
Pero en la fragmentación cartesiana se
sobrevaloró lo claro y distinto. La escuela argentina
acepto esta propuesta gnoseológica y la combinó
(como ya se dijo) con elementos del Positivismo, Conductismo y
La
Ilustración. Por lo tanto desde sus comienzos se
enseñó "al soberano" a dividir la realidad para
entenderla; y si es posible entenderla con detalles eruditos y de
memoria.
Definitivamente un cambio de
paradigma es imperioso.
Es decir que las prácticas educativas no deben
centrarse en un enciclopedismo que transmita lo puramente
cognitivo, eso lo puede hacer una computadora,
un libro o un
programa de
TV. La verdadera educación es un encuentro entre seres
humanos, donde la vida misma es la protagonista. Se deben
cuestionar las instancias pedagógicas tradicionales y
buscar la perspectiva compleja. Los contenidos tratados en
clase deben
apuntar a la transformación del sujeto, "no son neutros,
se presentan en concreto, con
un determinado grado de valor. (…) en consecuencia, cada
contenido educativo no debe ser propuesto sólo como
conocimiento objetivo, también debe ser reconocida la
libertad del sujeto para apreciarlo como valioso para
sí."
En su gran libro Educar es un riesgo Luigi
Giussani nos advierte que la verdadera educación es
aquella que introduce al estudiante a la realidad total.
"Realidad es para la palabra educación como
la meta para
el camino" y, según lo que venimos exponiendo, dicha
realidad es compleja.
Es por eso que es imprescindible que el docente de hoy
presente los contenidos integrados al conocimiento cotidiano e
intereses del alumno, es decir a su realidad total.
La escuela debe tener en cuenta constantemente la
realidad de los alumnos. El contexto en el que ellos se
desenvuelven los modifica sin cesar; por eso en educación
la relación con el medio, con el contexto, con la realidad
total es imprescindible en los docentes. Se debe estar al tanto
de la vida de los jóvenes: sus códigos, sus
costumbres, su forma de pensar, los peligros a los que se
exponen, los personajes de televisión
con los cuales se identifican etc.
En La Cabeza Bien Puesta, Morin afirma que la
escuela debe enseñar la condición humana. A mi
entender esta afirmación está en estrecha
relación con la postura de Giussani anteriormente
citada.
Enseñar la condición humana no es algo que
le corresponde sólo a las Ciencias
Humanas ni a la Literatura.
Es también responsabilidad de las Ciencias
Naturales, integrando en este término la
cosmología, la ecología entre otras.
De esta manera el hombre se mostraría situado dentro del
cosmos y la vida.La condición humana se le presenta a
todos los hombres, así vivan la existencia más
rutinaria. No es patrimonio
exclusivo de quien filosofa o del poeta tomar conciencia de la
tragedia de la muerte, de
lo misteriosa que es la vida, de la pregunta por la existencia de
Dios. Esas preguntas están en el corazón del
hombre, por lo tanto nadie está exento de esos planteos
existenciales.
La era planetaria en la que vivimos es veloz y dichos
planteos más de una vez quedan postergados. Los adelantos
tecnológicos son rápidos, la atención al
cliente es rápida, las rutas son rápidas y el
crecimiento de las fuentes de
comunicación y conocimientos también
son rápidas
En el mundo, las comunicaciones
crecen de un modo incontrolable, quedando al desnudo otro
problema que en la actualidad se debe entender y a la vez
combatir: el de la expansión descontrolada de
saber.
Con una metáfora muy adecuada, Morin nos habla de
una "gigantesca Torre de Babel" de la cual emana más
confusión que conocimiento, haciendo referencia a la ola
interminable de saberes disociados y descontextualizados que
emergen desde las ciencias, medios de
comunicación, etc. Se activó el conocimiento
pero se adormeció la capacidad crítica
y reflexiva. El ser humano, desesperado, observa como el
conocimiento se escapa, inasible, de sus manos.
Aquí surge otra idea muy importante: es
inútil saber si no se sabe para la vida. Y en la
medida que los docentes no tengan en cuenta esto, corre peligro
la noción de hombre a la que se quiere arribar. El alumno
que no sabe para la vida no aspira a la sabiduría,
que es, en última instancia, lo que hace del conocimiento
algo imprescindible. Si el docente es enciclopedista o simplista
logrará un hombre con una cabeza repleta, en cambio si el
docente piensa en complejo e incentiva al alumno a transitar el
mismo camino, logrará formar un hombre con la cabeza bien
puesta.
Aprender a vivir es, no sólo conocer, sino
transformación de ese conocimiento en sapiencia
para la vida. Si no se logra este cometido, el alumno
quedará rezagado en la Torre de Babel antes
citada.
Dicha sapiencia esta fundada en la
contextualización del saber. Las clases del docente de la
era planetaria deben enseñar a contextualizar los
conocimientos. La aptitud para contextualizar debe ser un
imperativo categórico de la educación.
La Complejidad exige al docente, entre tantas otras
cuestiones, considerar al alumno en su individualidad, entenderlo
como un ser único e irrepetible. "Cada grupo, cada alumno,
cada suceso educativo representa una problemática a
resolver, por lo que no se pueden aplicar teorías
o técnicas estandarizadas; sólo una
permanente actitud
reflexiva acerca de los acontecimientos vividos va constituyendo
un almacén
experiencial, al que el docente puede acudir en circunstancias de
incertidumbre"
La humildad que esta cita reclama a la profesión
docente es notable. Cuando más sumergidos estamos en el
pensamiento complejo, más modestia necesitamos. La
teoría de Morin nos muestra, en gran parte, la lucha
constante contra el entendimiento de la realidad desde una sola
visión y nos invita a ver las situaciones desde el
suelo de la
incertidumbre.
Capítulo dos
Los
siete saberes necesarios para nuestra
educación
En su libro Los siete saberes necesarios para la
educación del futuro, Morin expone, a mi entender, lo
que los actuales y futuros docentes debemos tener presente en
cada momento de nuestra práctica.
A través de esta obra podemos apreciar como la
educación adquiere un carácter estratégico,
pues permite tomar conciencia de los desafíos a enfrentar
y crear otras condiciones para el desarrollo de
soluciones.
El conocimiento y sus cegueras
El primero de los saberes, según nuestro autor es
ser plenamente concientes de que todo conocimiento conlleva
riesgo de error e ilusión. Esta lucha es crucial y
"contra las ideas, pero no podemos hacerla más que con
ideas"
Morin denuncia que la educación, cuyo objetivo
esencial es comunicar los conocimientos, permanezca aún
hoy a ciegas ante las imperfecciones, dificultades y tendencias
tanto al error como a la ilusión que dicho conocimiento
posee. La preocupación debe ser, por lo tanto: conocer
lo que es conocer, y así afrontar riesgos
permanentes de error e ilusión que no cesan de parasitar
la mente humana.
Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo
exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y
reconstrucciones hechas por el sujeto. Nunca sabremos la
distancia exacta entre el cognoscente y el objeto
conocido.
Conocer es también interpretar, lo que introduce
el riesgo de error por la subjetividad de quien conoce, por su
visión del mundo, sus principios de
conocimiento, las perturbaciones mentales que aportan las
emociones o la
proyección de los deseos o miedos.
Se podría solucionar este problema si
elimináramos el riesgo de error rechazando cualquier
afectividad. Pero esto es imposible porque existe una
relación muy estrecha entre inteligencia y
afectividad.
La educación debe entonces dedicarse a la
identificación de los orígenes de errores, de
ilusiones y de cegueras, con un agravante: nuestro sistema de
ideas (teorías, doctrinas, ideologías) no
sólo cometen errores sino que también los
protegen.
La razón humana también está
llamada a moderar las aspiraciones que la modernidad le
brindó. Lo que se propone desde el pensamiento complejo es
la racionalidad; bien diferenciada de la
racionalización.
La racionalización es cerrada, la racionalidad es
abierta por naturaleza, dialoga con una realidad que se le
resiste Un racionalismo
que ignora los seres, la subjetividad, la afectividad, la vida,
es irracional.
Al endiosar la razón, la filosofía
moderna creyó imposible que el resto de la humanidad
posea la verdadera racionalidad; esta sería una cualidad
de la cual dispondría en monopolio
sólo la civilización occidental.
Esto obviamente no puede ser aceptado desde una
visión compleja. Como consecuencia se propone un
principio de incertidumbre racional donde se acepten los
severos límites que posee la racionalidad, pero no al
estilo kantiano donde se dictaminaba hasta que punto se
podía encontrar certeza absoluta, sino los límites
que le otorgan la afectividad, el carácter, el contexto
cultural, la situación económica etc.
Un alumno que es educado por un docente que es
consciente de esta problemática, se encontraría en
las puertas de la lucidez, o como Morin prefiere llamarlo en
una iniciación en la lucidez, la cual viene del la
mano de la autoobservación.
La autobservación "Es esa aptitud reflexiva de la
mente humana que la vuelve capaz de considerarse a sí
mismo". Es abandonar ese egocentrismo tan arraigado en nuestra
cultura: el de la autojustificación. Es descubrir, no sin
asombro, como la memoria
elimina lo que nos molesta y redunda en recuerdos
agradables.
La lucidez es inseparable de aquello que los paradigmas
simplistas quisieron eliminar: el error.
Las equivocaciones y los desaciertos son parte del
proceso de aprendizaje y es
deber de los maestros practicar la tolerancia del error del
alumno, ya que al no considerarse el saber como algo definitivo
sino como algo progresivo, nos vemos en la necesidad de darles el
lugar que les corresponde.
Un alumno que se equivoca es un alumno que está
aprendiendo, y si llegara a superar su error podrá lograr
la racionalidad, la cual se esfuerza por unir la coherencia con
la experiencia a través de sucesivas equivocaciones. Se
debe aceptar la educación como una situación
compleja donde conviven el orden y el desorden, el error y el
acierto; donde no hay determinismo sino azar, incertidumbre,
perplejidad etc.
La contextualización del
conocimiento
El segundo saber necesario explica algo fundamental para
la educación de hoy y mañana: la
contextualización. Educar en la era planetaria
implica situar todo en el contexto y en la complejidad
planetaria. El conocimiento del mundo, en tanto que mundo, es una
necesidad intelectual y vital al mismo tiempo.
Morin observa cuatros aspectos que esta propuesta debe
considerar:
- El contexto: El conocimiento de las
informaciones de un modo aislado (como proponía
Descartes) es insuficiente, debemos ubicar dichas informaciones
en su contexto para que adquieran sentido. - Lo global: es decir, las relaciones entre todo
y partes. Lo global no es sólo el contexto, es el
conjunto que contiene partes diversas ligadas de manera inter-
retroactiva u organizacional. Morin habla del principio
hologramático donde el todo está en la parte.
Cada célula singular, cada individuo singular
contiene de manera holográmica el todo del cual hace
parte y que al mismo tiempo hace parte de
él. - Lo multidimensional: Las unidades
complejas (el ser humano, la sociedad) son multidimensionales;
el ser humano es a la vez biológico, psíquico,
social, afectivo, racional. La sociedad es histórica,
económica, sociológica y religiosa a la vez. El
educador debe reconocer esta multidimensionalidad y reconocer
estas inter- retroacciones permanentes.
Por ejemplo cuando abarcamos un conocimiento
económico, debemos apreciar que la economía conlleva en
sí, de manera holográmica: necesidades, deseos,
pasiones humanas, que sobrepasan los meros intereses
económicos.
Lo complejo: El conocimiento pertinente debe
enfrentar la complejidad. Como ya se dijo complexus
significa lo que está tejido junto, la complejidad es la
unión entre la unidad y la multiplicidad. En consecuencia,
la educación debe promover una « inteligencia
general » apta para referirse, de manera multidimensional,
a lo complejo, al contexto en una concepción
global.
Estamos recién en el comienzo de una era
planetaria donde el conocimiento debe reconocer los diversos
entornos que lo rodean. La pregunta que los docentes deben
hacerse es "¿Como percibir y concebir el Contexto, lo
Global, lo Multidimensional, lo Complejo?" Lo nuevo, el saber que
se presenta al alumno debe incluirse dentro de lo
global.
La condición humana
El tercer conocimiento necesario apunta al
misterio de la condición humana. La
educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en
la condición humana. Los alumnos del siglo XXI
deberán reconocerse en su humanidad común y, al
mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural.
Como se dijo en la introducción, ya se ha abandonado la idea
de un universo ordenado, perfecto, eterno, por un universo que
nace en la irradiación, en el devenir, disperso donde
actúan de manera complementaria y antagónica el
orden y el desorden, la organización y la
desorganización.
La educación del futuro deberá velar,
también por que la idea de unidad de la
especie humana no borre la de su diversidad, y
viceversa.
Existe una diversidad humana. La unidad no está
solamente en los rasgos biológicos de la especie homo
sapiens y, por su parte, la diversidad no está
solamente en los rasgos sicológicos, culturales y sociales
del ser humano. Existe también una diversidad propiamente
biológica en el seno de la unidad humana; no sólo
hay una unidad cerebral sino mental, síquica, afectiva e
intelectual. Además, las culturas y las sociedades
más diversas tienen principios generadores u organizadores
comunes.
Es la unidad humana la que lleva en sí los
principios de sus múltiples diversidades. Comprender lo
humano, es comprender su unidad en la diversidad, su diversidad
en la unidad.
La educación deberá ilustrar este
principio de unidad/diversidad en todos
los campos y los educadores deben tomar conciencia del
ser hipercomplejo que es el ser humano.
Nuestra identidad
terrenal
La enseñanza de la identidad terrenal,
cuarto saber necesario, significa que este planeta necesita un
pensamiento policéntrico capaz de apuntar a un
universalismo no abstracto sino consciente de la
unidad/diversidad de la condición
humana;
El tesoro de la humanidad está en su diversidad
creadora, pero la fuente de su creatividad
está en su unidad. Es asombroso como el mundo con el paso
del tiempo se vuelve uno pero al mismo tiempo se divide.
Paradójicamente es la misma era planetaria la que ha
permitido y favorizado la parcelación generalizada en
Estados-nación.
Con trabajo y esperanza podemos avizorar para el tercer
milenio la posibilidad de una nueva creación: la de una
ciudadanía terrestre, y la educación, que es
a la vez transmisión de lo viejo y apertura de la mente
para acoger lo nuevo, está en el corazón de esta
nueva misión. Esto implica un compromiso humano del
educador.
En momentos difíciles, donde vemos que el planeta
sufre constantes ataques a su equilibrio
ecológico y donde mueren miles de personas, los Estados
deberían abandonar su deseo de "soberanía absoluta por sobre todos los
grandes problemas de interés
común, por sobre todos los problemas de vida o muerte que
sobrepasan su competencia
aislada".
De esta manera se salvaría la diversidad y la
identidad humana, tanto las relaciones entre oriente y occidente
como entre norte y sur serían de dialógica (no
excluyente) y no de dialéctica (excluyente).
Enfrentar la incertidumbre
Vivimos en un mundo en el cual no se sabe que
pasará en un par de meses. Los desastres ecológicos
nos alarman acerca de nuestro destino, las potencias mundiales
tienen suficiente armamento como para destruir el mundo entero en
días, la inestabilidad económica puede sacudir de
repente a múltiples sectores del planeta que hasta el
momento parecían pisar suelo firme, la inseguridad
civil (sobre todo en nuestro país) es una
preocupación obsesiva. Hasta las relaciones afectivas se
han desligado de "lo seguro" y los
concubinatos o convivencias de pareja son cada vez más
comunes.
Ante esto debemos plantearnos como continuar. No podemos
aspirar a lo estrictamente seguro en un mundo que no lo es, y que
tal vez nunca lo fue; el siglo XX nos enseñó que no
se puede eliminar lo incierto
El conocimiento que procuramos que nuestros alumnos
desarrollen se da en un contexto de incertidumbre
cerebral, (porque nunca es reflejo absoluto de lo real)
psíquica (porque no hay conocimiento sin interpretación) y
epistemológica (la certeza parece no existir
gracias a Nietzsche en
lo filosófico y Popper en lo
científico).
Después de miles de años de historia
estamos con la misma incertidumbre de quien comienza. Tal vez,
como humanidad, nunca quisimos darnos cuenta de esto, pero
sería lo mejor tomar conciencia como educadores de que no
es habitual lo definitivamente seguro.
Por lo tanto es imperiosa la necesidad de hablar de
estrategias del docente y no de programas cuando
planificamos nuestras clases. Es verdad que hace ya un tiempo los
docentes vienen usando este nuevo término; aún
así debemos tomar conciencia de que la estrategia se
opone al programa. El programa determina a priori las
acciones para lograr un objetivo, requiere de estabilidad total
en el contexto del educando. Es decir que ante la menor
perturbación de esa estabilidad se detiene el programa.
"La vida nos solicita la estrategia".
De esta manera los docentes situaran los contenidos en
los nuevos escenarios, comprendiendo así el Universo,
la Tierra, la
vida, lo humano.
Por último debemos integrar la incertidumbre en
la esperanza. Esto, en otras palabras, es la apuesta. Lo
azaroso de la existencia nos invita confiar en la aventura de la
vida; la cual siempre nos depara novedades y desafíos a
los cuales apostar.
Saber comprender
La situación sobre nuestra Tierra es
paradójica. Las interdependencias se
han multiplicado, la
comunicación triunfa, por todos lados encontramos
redes, faxes,
teléfonos celulares, modems, Internet, y sin embargo, la
incomprensión continúa.
Podemos decir que en algo hemos avanzado con respecto a
la comprensión, pero los progresos de la
incomprensión parecen aún más
grandes.
La comprensión de debe dar de dos maneras: de un
modo planetario es decir, la comprensión entre humanos y
de un modo individual, (relaciones particulares). Ambos modos
están cada vez más amenazados por la
incomprensión
El egocentrismo cultiva la self -deception,
traición a sí mismo engendrada
por la autojustificación, la
autoglorificación y la tendencia a adjudicar a
los
demás, extraños o no, la causa de
todos los males. (Ver anexo)
La sel f -deception es un juego rotativo
complejo de mentira, sinceridad, convicción, duplicidad,
que nos conduce a percibir , de manera peyorativa, las palabras o
actos de los demás, a seleccionar lo que es desfavorable,
a eliminar lo que es favorable, a seleccionar nuestros recuerdos
gratificantes, a eliminar o transformar los
deshonrosos.
La incomprensión se expande como un cáncer
en la vida cotidiana y no debemos permitir que nuestras instituciones
educativas estén sin inmunidad ante esa onda expansiva.
Ésta requiere un gran esfuerzo. Se necesita de una gran
entereza para comprender a aquel fanático quiere matar,
sabiendo que éste no
lo comprenderá jamás.
La verdadera tolerancia no es indiferente a las ideas o
escepticismos generalizados; ésta supone una
convicción, una fe, una elección ética y
al mismo tiempo la aceptación de la expresión de
las ideas, convicciones,elecciones contrarias a las nuestras.
¡Menuda tarea la que nos propone nuestro autor! La
tolerancia supone un sufrimiento, ¿Estaremos dispuestos a
sufrir por un mundo mejor?
Ética =Ser humano
Por último, nuestro pensador nos habla de la
importancia del desarrollar una ética del género
humano, donde el educando pueda ver su triple
dimensión de individuo, sociedad y especie. Esta
conciencia ciudadana, transfronteriza y transcultural es
emergente para contestar a problemas que requieren una respuesta
tan imprescindible como mundial; los educadores del siglo XXI
deben vivir este tipo de saberes, para que su transmisión
hacia los ciudadanos del mañana sea
eficaz.
El Talmud, ese texto tan bello y sabio, nos
enseña una parábola que se entronca con esta
reflexión sobre la preocupación por el mundo. Un
aprendiz pregunta a su rabino por qué la
cigüeña es un ave impura si su nombre en hebreo
(Hassidá) significa "piadosa, la que ama a los suyos", a
lo que el rabino responde: "porque sólo ama a los
suyos".
El individualismo liberal promovido por la
filosofía moderna, alcanzo su auge en el capitalismo
posmoderno. Por lo tanto pensarse como parte de un todo se hace
muy difícil. Esto lleva a una gran dificultad para
encontrar el verdadero sentido de la participación con
nuestra comunidad nacional, más dificultoso aún se
vuelve la preocupación por la comunidad global.
Nuestro autor propone focalizar la mirada política en la
democracia.
Pero entendiéndola como un sistema
político que une de manera complementaria
términos antagónicos:
Consenso, conflicto;
libertad, igualdad y fraternidad; comunidad
nacional/antagonismos sociales e
ideológicos.
Morin pregunta si la escuela no podría ser
práctica y concretamente un laboratorio de
vida democrática. A mi entender, no sólo es
posible, sino necesario. Si los docentes no enseñamos la
participación respetuosa en los debates cotidianos de
clase, ¿Cuándo hacerlo?
Obviamente, se trataría de una democracia
limitada en el sentido de que un profesor no sería elegido
por sus estudiantes, aún así las condiciones siguen
siendo propicias para proyectar pequeños congresos en
nuestras aulas que enseñen a nuestros políticos
como se habla respetuosamente y respetando las ideas del
otro.
La Humanidad dejó de ser una noción
abstracta: es una realidad vital ya que desde ahora está
amenazada de muerte por primera vez.; la Humanidad, de
ahora
en adelante, es una noción ética :
ella es lo que debe ser realizado por todos y en cada
uno.
De esta manera quien escribe ha tratado de responder en
parte a la pregunta eje. Gran parte de los factores necesarios
para que los docentes piensen en complejo han sido enumerados y
comentados en esta primera fase del desarrollo. A mi entender se
necesita, de modo urgente una cabeza bien puesta, una
generación de docentes comprometidos con la esencia
transformadora del acto educativo. En los siete saberes
imprescindibles para el educador del mañana se puede
vislumbrar el motor del cambio,
para un mundo que necesita de una verdadera
educación.
Capítulo
tres:
PROPUESTAS DEL AUTOR DEL
TRABAJO
Considerar la Filosofía como anfitriona del
pensamiento complejo:
La filosofía debe reencontrar su vocación
original, la que tuvieron los primeros griegos al preguntarse por
el origen del todo, la que permaneció en los grandes
filósofos medievales y la que hoy se ha
perdido al considerarse una simple metodología. La profunda misión que
la filosofía siempre debe tener es la de contribuir a la
toma de conciencia acerca de la condición humana y
el aprendizaje
de la vida. Quien filosofa debe confiar en que la verdad es
posible para el ser humano. Con esto no se quiere decir que la
verdad es de fácil acceso; pero si existe la posibilidad
de buscarla, debemos aprovecharla.
La gran aliada de la Filosofía fue, es y
será la Literatura. Mientras la mentalidad cientificista
del siglo XIX aseguraba que el mundo se dirigía al
paraíso terrenal gracias a la ciencia que
solucionaría todos los problemas de la humanidad; Poe,
Dostoyevsky y Kafka detectaron la angustia en medio del
optimismo. A través del don literario advirtieron que algo
terrible se estaba gestando en medio de tanta ilusión. El
tiempo les daría la razón cuando aquella ciencia
que solucionaría los problemas de la humanidad se
ponía al servicio de la
matanza mecanizada durante las guerras
mundiales. La soledad, la tristeza y la locura del hombre del
siglo XX que abandonó su fundamento divino y lo canjeo por
promesas de un tubo de ensayo fue
advertida por la Literatura.
Es por eso que propongo la integración de ella en nuestras aulas. La
Filosofía es la anfitriona del pensamiento complejo y la
Literatura su aliada infalible.
Es tanta la importancia que el pensamiento Complejo le
da a la Filosofía que Morin recomienda que las clases de
Física y Biología debieran ser
dadas por los profesores que correspondan y a la vez estar
coordinadas por un Profesor de Filosofía que sepa integrar
la condición humana dentro de dichas ciencias.
La filosofía no es una disciplina, es
un poder único de interrogación. Nadie pregunta
como el filósofo, nadie posee la profundidad que él
posee. La vida se vuelve superficial si no se cede ante las
preguntas existenciales y filosóficas.
Reencontrarnos con el verdadero significado de
Educación:
Etimológicamente la palabra educación nos
invita a elegir entre dos significados: Educere, que
significa "sacar del hombre lo mejor de sus posibilidades" o, en
lenguaje
aristotélico, "llevar al acto lo que es potencia". El
otro significado proviene del verbo Educare que
podría traducirse como "amamantar" o "nutrir". Debido a
que el pensamiento complejo integra los opuestos y no deshecha
uno definitivamente; creo que podríamos redefinir la
educación como: Nutrir de conocimiento a la persona
logrando que ella misma pueda lograr lo mejor de sus
posibilidades; es decir que con su propia capacidad pueda lograr
llevar al acto su potencialidad.
En nuestra tarea como educadores, podemos correr el
riesgo de confundir educación con otros conceptos como
instruir, (brindar información sin participación activa
del receptor) adiestrar, (implementar automatismos
mecánicos, reforzados mediante premios y castigos) o
hacer discípulos, (conseguir seguidores a
través de una sabiduría particular a la cual el
otro se adhiere).
El educador puede desviar su aspiración a educar
hacia estos últimos conceptos. Puede hacerlo conciente o
inconcientemente. A mi entender debe intentarse no perder
jamás la idea de transformación autónoma de
aquel que es convocado al perfeccionamiento mediante el acto
educativo. Sólo educando en el sentido auténtico
del término estaremos pensando en complejo y transmitiendo
la complejidad en su total magnitud.
En la pedagogía de occidente, persiste aún
hoy los excesos a favor de los aprendizajes de tipo intelectual y
memorístico. Entendiendo que el cuerpo, materia
deleznable, no tenía importancia en el desarrollo del
hombre, se sobredimensionó la ejercitación
racional, la gimnasia mental,
dándole lugar casi exclusivo en la educación
sistemática de tipo intelectual. La persona era un envase
vacío que podía ser llenado.
Quienes estamos a favor de la complejidad debemos
fomentar la idea de que la clase es un campo complejo. La
explicación que damos acerca de un tema se da en un
momento concreto, donde confluyen en el acto educativo
muchísimos factores psicológicos, sociales,
culturales, económicos, institucionales, etc.
Dicha enseñanza, por lo tanto debe partir de lo
que saben los alumnos, creando así tramas de situaciones
complejas. Es decir que si el tema que se está dando es,
por tomar un ejemplo al azar, La Ilustración, no se
puede transmitir sólo las definiciones conceptueles. Se
deben contextualizar los saberes, compartiendo temas que tengan
que ver con dicho tema. (Derechos Humanos, Rev
Francesa, los colores de la
bandera francesa y su significado, Francia hoy,
la influencia de esta ideología en nuestros próceres) no
puedo escaparle a lo histórico, a lo económico, a
lo actual.
Esto cumplirá con el objetivo de
perfeccionamiento que tiene la educación. No se puede
perfeccionar un hombre sólo en lo intelectual. Se lo debe
hacer en todas sus dimensiones. En las nociones
aristotélicas de acto y potencia descubrimos que el
paso de la potencia al acto lleva de modo implícito la
perfección.
Un ser en acto es más perfecto que un ser en
potencia. Un hombre desarrollado a pleno en todas sus facultades
es más perfecto que aquel que no pudo lograrlo. "La
necesidad de educación está en la misma base de la
condición humana. Sin ella, el hombre permanece en
condiciones infrahumanas"
Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la
capacidad innata de aprender cosas (símbolos, técnicas, valores,
memorias,
hechos…) que pueden ser sabidos y merecen serlo, en que los
hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del
conocimiento. El deber moral de quien
educa es velar por esta cuestión y colaborar a que el
alumno se nutra de la verdadera cultura, un complejo proceso por
el cual un individuo se perfecciona a través de la toma de
conciencia de su rol en el mundo.
Ser concientes de que no hay objetividad absoluta en
la práctica docente
En la actualidad se utiliza muy a menudo el
término profesionalización docente. A mi entender
parte de esa profesionalización es tomar plena conciencia
acerca de lo difícil que se nos hace ser objetivos en
nuestra práctica cotidiana debido a la complejidad que
poseen nuestra naturaleza
humana, las personas a quienes educamos, el ambiente
escolar, la situación socio-económica que nos rodea
etc. La profesionalización impone una meditación
constante acerca de nuestro día a día para lograr
una objetividad no-absoluta que trate de acercarse a lo real a
través de las construcciones particulares. No existe la
neutralidad total porque cada docente mira la realidad desde su
ángulo particular, desde su cosmovisión. Cada
educador tiene afirmaciones elementales para el andar en la vida,
las cuales están organizadas con una lógica
propia e individual.
Por lo tanto todos somos distintos y cuando actuamos
nuestras intenciones están teñidas de subjetividad.
La objetividad es imposible aunque se la pretenda. Quien educa
nunca puede actuar libre de prejuicios, aún creyendo en la
objetividad.
Volver al significado auténtico de
Laicidad:
Esta propuesta, si bien está basada en el Anexo 1
de La Cabeza Bien Puesta, también la quiero
considerar una propuesta personal. En ella
se encubre lo que sostengo acerca de qué debe ser la
educación. Como futuro Profesor de Filosofía, creo
que el principal error que comete nuestra escuela es evitar el
diálogo y
la discusión democrática. Así también
muchos docentes creen que logran dicho diálogo y dicha
discusión, pero muchas veces no pasa de ser una catarsis en la
cual cada uno confiesa su postura y no se llegan a consensos
genuinos.
A la hora de enfrentarnos a preciosos debates dentro del
aula, debemos saber que la plenitud y la libre expresión
de los sujetos constituyen nuestro propósito ético
y político sin dejar de pensar también que ellos
constituyen la finalidad misma de la triada
individuo-sociedad –especie. En ellos se plasman
con mayor fuerza nuestros esfuerzos. Posteriormente la sociedad y
la especie recibirán el aporte que ellos le
brinden.
De esta manera ofrecemos a los educandos las herramientas
para construir una Democracia que aún hoy como país
(a más de veinte años de elegir a nuestros
representantes) no supimos lograr. El poder nos ha hecho creer
que el único valor democrático es el voto. Esta
mentira nos deja en la superficialidad con respecto al verdadero
concepto de Democracia, cuyo primer deber es colaborar para que
los miembros de un país sean auténtico ciudadanos,
con participación en la vida política como se
entendía en la Antigua Grecia.
Los creadores del la semilla del sistema político
más usado en la actualidad tenían una unión
existencial con la polis. Cambiar de polis era
cambiar de dioses; por eso Sócrates
prefirió la muerte antes que el destierro.
Para un griego hablar de Democracia combinada con
Individualismo sería algo inentendible. El discurso
dominante nos propone una Democracia Liberal, pero a mi
entender esto es una contradicción filosófica,
porque el Liberalismo es
esencialmente individualista y la verdadera Democracia es
compromiso con el otro y la ciudad; es entender que el todo (la
polis) es mas que la parte (el individuo). Por lo tanto la
Democracia Liberal terminaría siendo una suerte de
libertinaje restringido donde la verdadera preocupación
sería favorecer el crecimiento del mercado por
encima de la persona humana y donde se acrecientan las
diferencias entre ricos y pobres.
Los educadores no podemos darle la espalda a esta
situación. Muchos docentes de Formación
Ética y Ciudadana repiten el discurso de los manuales
(obviamente liberal) de un modo acrítico. Reproducir lo
que el poder prefiere que el docente enseñe despoja a la
tarea educativa de todo su carácter revolucionario. Los
valores supremos de solidaridad y responsabilidad respecto de la
patria quedarían estériles.
El debate
respetuoso de las ideas del otro debe retornar. El Positivismo
entendió la verdad de modo unívoco y, aún
hoy la escuela padece este verticalismo. La clase debe ser una
invitación a pensar y al encuentro con la verdad, a la
cual se llega desde la experiencia originaria de cada
uno.
El espíritu real de la laicidad, más
allá de su tinte liberal, era la discusión
profunda y el espacio del debate. El Laicismo, en
cambio, fue la separación de la educación de todo
lo que significara dogma, entendiendo por dogma la verdad
religiosa.
El problema es que el Laicismo permitió la
subjetividad aún a costa de la verdad y cada escuela laica
termino abrazada a un subjetivismo estéril donde el
estudiante no recibía ninguna propuesta integral de
vida.
Esta otra cara de la moneda (el Laicismo) termina siendo
tan dogmática como su enemigo. El imperativo termina
siendo: "Admitir todas las posturas".
Es por eso que la laicidad como espíritu de
debate de ideas debe retornar pero sin llegar al
Laicismo.
Enfrentar el desencanto posmoderno
Nuestra sociedad es identificada por muchos como
Posmodernismo, Posmoralismo, Poscapitalismo o Capitalismo
Liberal. Esta etapa es caracterizada como indiferente a las ideas
absolutas de la modernidad, junto con un abandono de la cultura
del deber y un repliegue hacia un individualismo con
características egocéntricas y
relativistas.
Al hombre posmoderno no le interesa el proyecto
histórico de la modernidad, sigue negociando, previendo,
atrincherado en sí mismo como si la historia no tuviera
finalidad. Hay una decepción plena por no haberse
concretado el ideal paradisíaco de progreso que el hombre
moderno prometió a las futuras generaciones.
Ante esto, los docentes debemos ayudar a recuperar el
espíritu de quien lucha por una utopía. Esto
no significa que volvamos a caer en las ilusiones que la
modernidad creyó. Los "paraísos" ofrecidos por el
Marxismo, el
Positivismo o el Fascismo no se
cumplirán jamás, pero es deber humano mejorar
aunque sea en parte el planeta. Se renunció a un mundo
ideal pero se puede lograr un mundo mejor; aunque sea en
parte.
Hoy en día el compromiso con el otro, con la
sociedad y con la ideología parecen mortalmente
desvanecidos. Debemos recuperar, sin llegar a ideologías
que no se cumplirán, el ideal de vida de cada ser humano.
No sólo el nuestro sino también descubrir, hasta
donde fuera posible, el de la persona que estamos educando. Parte
de nuestro trabajo es ayudar a su liberación del
desencanto que la sociedad le propone y colaborar a que encuentre
el sentido de su existencia en su ideal de vida, el cual debe ser
concretado.
CONCLUSIÓN DEL TRABAJO
Al inicio de este trabajo, en las hipótesis, destacábamos la necesidad
de que los docentes replanteen seriamente su práctica
educativa de un modo constante, logrando así que alumnos,
padres y otros actores de la educación comprendan la
necesidad de ver la vida de un modo complejo.
Estamos en un mundo que a diario acrecienta su
complejidad. La
globalización ocasionó un quiebre en la
historia de la humanidad, cerrando así una etapa de
limitaciones tecnológicas. Hoy en día contactarse
con cualquier parte del mundo es algo que lleva sólo
minutos. Negociar es accesible para cualquier persona que acceda
a una PC.
Ante este escenario, es llamativo como persistimos en
paradigmas antiguos que no se adaptan a la complejidad presente.
Es tanta la influencia del cartesianismo y su gran aliado
educativo el positivismo, que aún hoy somos fragmentarios
en los análisis de una realidad cada vez
más "tejida junta".
El enemigo de la comunidad planetaria está
más en nosotros mismos y es difícil reconocerlo y
enfrentarlo. Por lo tanto estamos recién en los balbuceos
de estas tomas de conciencia y de estas nuevas solidaridades.
Por lo tanto la suposición inicial de que la escuela
demorará mucho tiempo en ingresar de lleno al pensamiento
complejo es confirmada por quien escribe este
trabajo.
Debemos tomar conciencia que el entusiasmo por los
proyectos de
la modernidad llegó a su fin, "como si esta hubiese tenido
en potencia su propio germen de su destrucción"
Hoy, al ver que dos guerras mundiales se estrellaron
contra utopías que prometían la felicidad universal
algunos años después de la Belle Époque;
solo resta construir una convivencia pacífica que busque
la verdad y no renuncie a ella ni a su complejidad.
La globalización pretende realizar esa
construcción, pero no debemos ser tan
ingenuos de creer que esto es así. La globalización
tiene como características buenas la movilidad social,
profesional, económica y comunicacional, pero conlleva
muchas cualidades malas como es el hecho de que los
países quedan supeditados a las grandes potencias
económicas y que los males sociales también se
globalizan.
El avance tecnológico parece haber escapado de
las manos del hombre. A esto se le suma la desesperación
que la sociedad tiene por lo nuevo. En meses puede volverse
obsoleto lo que antes fue novedoso, lo cual crea en la sociedad
una mentalidad destructora. Las personas se vuelven más
propensas a desechar cosas y, a veces, seres humanos.
Esto nos habla de que el problema es también
antropológico ya que hoy asistimos alo que se ha dado en
llamar la extraña figura antropológica. Lo humano
busca su continente y su identidad. El desconcierto puede
ilustrarse con la expresión de Caín; luego del
fratricidio cometido se autodenominó "errante y extranjero
de la tierra" (Génesis 4:14)
La pluralidad que pregona el mundo contemporáneo
facilita el hecho de que en la actualidad la antropología no muestre una imagen
única de hombre, sino una multiplicidad de ellas.
Después de la modernidad, los parámetros de
objetividad y racionalidad absoluta cedieron sus espacios y
dieron lugar al pluralismo y a la subjetividad. Al desestimar la
verdad como principio orientador, prevalecieron los
parámetros de lo útil o lo que contenta.
Es decir que asistimos a un momento de la humanidad
donde han desaparecido los ideales y donde el fastidio
caracteriza la atmósfera
educacional. Los educadores se sienten desanimados porque no
reciben la retroalimentación esperada.
Los alumnos encuentran poco atractiva la escuela porque
la cultura dominante les impone disvalores ajenos a la
educación; los padres tienen en poca estima el trabajo del
profesor y no creen conveniente trabajar en equipo con la
institución educativa, sino enfrentarla ya que no educan a
sus hijos como ellos creen conveniente.
Precisamos una escuela donde se pueda aprender y
disfrutar de todas las actividades que ella ofrece, incluyendo el
estudio; donde los docentes quieran enseñar y se sientan
plenos en su vocación. Donde los padres se unan a la
institución confiando en que sus hijos tendrán
gracias a ésta un mejor presente y futuro. Esto implica
una profundización en la complejidad de la vida,
favorecida por el cuerpo docente. El cual tiene mayor
acceso a las obras de Morin y a la pedagogía en
general.
También afirmábamos; en la segunda
hipótesis, que es
necesario que la Filosofía sea una verdadera anfitriona en
este proceso de integración del pensamiento complejo a la
práctica docente.
La filosofía, para cumplir con este cometido,
debe dejar de ser una práctica que sólo realizan
ciertas personas "elegidas" que hablan poco claro y que privan a
sus alumnos de la apertura a la vida propia del saber
filosófico.
La filosofía puede interesar a todos si uno se
expresa con claridad. Si uno vulgariza lo que se pensó
desde Tales hasta Hegel, desde
Nietzsche hasta Foucault.
Las preguntas esenciales de la vida son el inicio de la
filosofía y ningún ser humano escapa a esos
cuestionamientos.
De esta manera se logrará en el ser humano que se
está formando un mejor destino de vida, que le dé
las herramientas para ser mejor mañana con respecto al
presente. Entre tantas frases felices que he podido aprender en
el trayecto de esta investigación hubo uno de Graciela Frigerio
que resumen parte de mi pensar: la educación no
está hecha para el presente.
El educador debe mirar constantemente al futuro, esto no
significa, de ninguna manera una evasión. Si se
eligió esta profesión se elige
implícitamente un compromiso con el futuro.
Si cada comunidad educativa tuviera en cuenta estos
factores, los destinos de la humanidad se unirían
gradualmente, provocando el convencimiento de más gente
aún.
Estamos en una comunidad de destino donde todos los
seres estamos sometidos a una misma amenaza de armas nucleares o
de desastres ecológicos. Lamentablemente nos une
más el espanto que el
amor.
Por lo tanto es imperioso que humanicemos la
globalización, este es el principio básico de la
comunidad terrícola, la cual debe reconocer si patria
terrestre, su pertenencia a la Tierra-Patria.
La era planetaria está recién en sus
comienzos y quien escribe se siente parte de aquellos que
desafían el mundo actual globalizado. Es por eso que
durante el transcurso del trabajo se ha hablado algunas veces de
los docentes en tercera persona y otras veces en primera persona
plural, porque el que escribe esta a punto de recibirse y pasa
por una extraña situación de inter-juego entre el
ser docente, en algún sentido y el no serlo
todavía
El desafío de educar en un mundo cambiante,
peligroso, en crisis, lleno de incertidumbres, altamente diverso
y multifacético debe ser asumido, es por eso que con este
trabajo traté de descifrar que es lo que necesitamos para
ser docentes que piensen en complejo.
Con respecto a la pregunta eje de este trabajo, creo que
los factores necesarios se han enunciado renglón a
renglón; las propuestas del capítulo tres resumen
lo que, en mi opinión necesita la educación para
pensar en complejo, pero insisto nuevamente: el tiempo de proceso
va a ser mucho, por no decir muchísimo. No es pesimismo,
es ver que una transformación social lleva cambios que si
no son profundos no son duraderos. Hoy en día no veo
cambios tan profundos como para agilizar el proceso de
cambio.
Si debería resumir en un solo factor, lo que se
precisa para la llegada y permanencia total del pensamiento
complejo en nuestras escuelas, yo diría que ese factor es
la humildad. La complejidad implica asombro y el asombro
lo perciben sólo los humildes.
No se puede bucear en el pensamiento complejo de otra
manera. Por eso hablamos de asumirla, no de imponerla.
Asumir nuestros límites, nuestra personalidad,
nuestros caprichos, nuestros dogmas y sobre todo asumir nuestra
profunda condición humana, es lo imprescindible en este
desafío.
BIBLIOGRAFÍA
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¿Agonía o Resurgimiento? (Una búsqueda
desde la cosmovisión Bíblica), Nuevo
León (México), Publicaciones Universidad
de Montemorelos - Taylor, V., 2001, "Convivencia en la escuela
asumiendo la complejidad", en: Novedades Educativas, N
125, págs. 22-23.
Juan Carlos Denis
Fecha de Nacimiento: 15-07-1982
Edad: 24 años
Nacionalidad: Argentino
Título: Profesor de Filosofía
Es la primera monografía que publico. Espero esté
a la altura de las circunstancias y sea de utilidad. Estoy
investigando también otros temas (Gnosticismo y su
influencia en la cultura religiosa actual, La Reforma Protestante
y su influencia en los filósofos modernos).
Quisiera hacer pública mi gratitud al profesor
René Rogelio Smith, verdadero titán de la Investigación educativa, quien
aportó grandes ideas desde sus escritos a mi nebuloso
pensamiento.
Otros datos
El presente trabajo fue realizado en la ciudad de Santa
Fe, Argentina, durante marzo de 2006 y febrero de 2007 como
requisito para la aprobación de la materia Seminario
de Integración y Síntesis de la carrera
Profesorado para EGB 3 y Polimodal en Filosofía,
impartida en el Instituto Fray Francisco de Paula
Castañeda, de la citada ciudad, por la Profesora Micaela
Fernandez de Torres del Sel.
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